24 de agosto de 2010

Extremos

Los sueños que se hundieron en aquel barco no volvieron.
Tampoco él.
Se fue con el agua, con la arena y la espuma blanca de su rabia.
Le cambiaron los ojos, los inyectaron en color.
El tono grisáceo de su piel se esfumó con el viento de la tormenta anterior.
Decidió tirarse sin paracaídas, cayó sobre sus pies y miro a su alrededor..
se encontró frente al reflejo de él mismo y de lo que podría ser.
Se alejó rápidamente de la imagen y comenzó a caminar, se tropezó con la piedra que lo había hecho caer varias veces, pero esta vez se levantó y siguió a sus pies por las esponjosas nubes de color esmeralda.
Nunca se sabe a donde te llevan tus pies si los dejas volar.


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